jueves, octubre 02, 2003

Raquel. Buenos Aires

Novedades Grupo Planeta - Octubre 2003

HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE
JOHN DICKSON CARR
EMECE
(EL SEPTIMO CIRCULO)

La apacible tranquilidad de un pueblo inglés es sacudida por un asesinato: un
muerto aparece en un cuarto cerrado sin rastro alguno de ser suicida. El clásico
caso de las novelas policiales toma nuevamente vida en esta historia que le
imprime sorprendentes giros. Sin vacilaciones las sospechas recaen al comienzo
sobre la figura de una forastera, la novia de un joven escritor del pueblo, que
nunca había sido bien vista por los ojos locales. Pero, a medida que avanza la
investigación, se hará evidente un antagonismo de orden superior que se
ciñe contra la pareja: las obsesivas maquinaciones del asesino son apenas una
muestra de la feroz desconfianza que caracteriza a los convencionalismos pueblerinos.
Los relatos de Dickson Carr, cuyos climas se comparan con los de Stevenson y
los de Chesterton, combinan magistralmente el rigor intelectual inglés con la rápida
agilidad de las intrigas americanas.
¿Cómo diablos explicaría lo sucedido? ¿Cómo decirle, en pocas palabras, que la
noche anterior había sospechado que era una hábil envenenadora y que escondía en
su caja de seguridad un diario de sus crímenes o algún otro objeto horrible y desconocido? Pero no: sería mejor contarle todo y disipar la pesadilla con una
carcajada.

LA TORRE Y LA MUERTE
MICHAEL INNES
EMECE
(EL SEPTIMO CIRCULO)

Durante unas nevadas vísperas navideñas, la extraña muerte del dueño de un
castillo, caído desde su torre de locura y ensimismamiento, conmueve la pueblerina calma de una aldea escocesa. Como un rompecabezas, el caso se va
resolviendo pieza a pieza con la intervención de distintos personajes. Un zapatero, un joven con ambiciones literarias, un abogado de dudosa eficacia y un
sagaz oficial inglés participan de la investigación de esta muerte que oculta disputas familiares, revanchas, muertos que vuelven y un amplio abanico de
temperamentos neuróticos.
Michael Ines ofrece a sus lectores una muy especial pieza de la literatura policial que mezcla los elementos góticos con los propios de la novela de enigma y un agudo sentido del humor.
¿No era probable que Ranald Guthrie, a menos que estuviera borracho o realmente
loco, o que caminara en sueños o hipnotizado, hubiera caído por accidente?
[...]
Y de pronto vi todas las implicaciones de un asunto tan violento y misterioso, y de la atmósfera en que había vivido en estas últimas treinta horas.
Expectativa, miedo, humores negros, ratas sabias, muerte violenta; la suma de eso daba una respuesta inequívoca: sospecha.


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