jueves, enero 01, 2004

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Cuba es la luminaria del bien: Daniel Chavarría

Enviado por editor el Viernes, 26 de _December del 2003 (15:44:57)
por César González-Calero


Políglota, aventurero, profesor de griego y latín y escritor tardío, Daniel Chavarría (San José de Mayo, Uruguay, 1933), considerado ya una de las grandes plumas de la literatura en español, es uno de los escasos escritores que ha conseguido elevar el género de novela negra a la categoría de obra de arte.

Afincado en Cuba desde 1969, el escritor uruguayo-cubano recibió el lunes el Premio de Novela Alejo Carpentier 2004 por su obra Viudas de sangre, una reivindicación de la novela política de aventuras.

En una entrevista concedida a El Universal, Chavarría se muestra complacido por la concesión del galardón, dotado con 5 mil dólares y otorgado desde 1999 por el Instituto del Libro de Cuba y la editorial Letras Cubanas: "Es uno de los grandes premios de la cultura cubana, un premio muy codiciado y muy competido", asegura.

El autor de Adiós muchachos y Allá ellos, que se considera un "escritor cubano", concluyó la novela premiada hace un año. Una novela armada con lo que Chavarría llama "estructura río". "Son varias historias sin conexión aparente hasta el final, cuando se unen, como si fueran los afluentes de un río". Y a continuación se declara defensor a ultranza de este género, "que fue tratado desde Homero hasta Shakespeare y Cervantes".

Ambientada en la Ciénaga de Zapata, en el sur de Cuba, y con un espíritu cosmopolita, la novela reúne a personajes perseguidos en medio mundo, desde una princesa de la Rusia zarista a un millonario estadounidense.

Daniel Chavarría, que es también autor de artículos literarios, políticos, y guiones de cine y televisión, se considera alumno de ese "fabulador extraordinario" que, a su juicio, fue Alejo Carpentier. "Me considero alumno suyo, él fue un maestro de la lengua española en el siglo pasado, una figura a la que yo le dediqué El ojo de Cibeles, mi novela premiada en México.

La leyenda de misterio que envuelve la vida y la carrera literaria de Chavarría arranca en 1969, cuando llegó a Cuba en una avioneta secuestrada por él mismo, un pasaje de su vida del que no suele hablar. No fue hasta 1978 que publicó su primera novela, Joy, y desde entonces ha publicado 13 novelas más (siete de ellas premiadas).

Su obra, traducida a varios idiomas, ha conjugado el reconocimiento de crítica y público. "Aunque la literatura que busca un público de masas no suele ser buena, y 95 por ciento suele ser basura, uno puede aprovecharse de esa técnica para hacer obras de calidad.

Queda ese 5 por ciento donde aparecen obras luminosas de la literatura contemporánea. En Estados Unidos, por ejemplo, dentro de la enorme basura, aparecen al año 20 o 30 novelas de extraordinario valor", asegura Chavarría en la charla con este periódico.

Ángeles y demonios

Cuando se le pregunta sobre la pervivencia de la Revolución Cubana (a unos días de que se cumpla el 45 aniversario del triunfo de Fidel Castro), Chavarría se refugia en un símil bíblico para explicar la interrelación de Cuba con el resto de los países: "El mundo está dividido entre buenos y malos, ángeles y demonios, pero no debemos perder la brújula, dónde está el norte: mi enemigo personal es el complejo militar de Estados Unidos y los lacayos de la Unión Europea. Cuba es la luminaria de los sectores del bien, por decirlo en términos mesiánicos".

En concreto, a Chavarría le irrita la actitud beligerante de determinados intelectuales, que este año alzaron su voz contra las duras condenas que el régimen castrista impuso a 75 disidentes y la ejecución de tres secuestradores (ocurridas durante marzo y abril pasados). "Me indigno como persona y como literato contra los escritores que le hacen el juego al demonio que representa Estados Unidos y su camarilla de la UE, como si el enemigo fuera Cuba, sin conocer realmente lo que está pasando. (José) Saramago y (Eduardo) Galeano (que se sumaron a esas críticas) son buenas personas pero se equivocaron y hay que decírselo", señala Chavarría.

Para el escritor uruguayo-cubano, la Revolución Cubana atesora más logros que fracasos: "Hay carencias, algunas injusticias, problemas… pero son más las virtudes que los defectos, de eso no hay duda. Aquí en Cuba no hay desaparecidos ni torturados, se cuida a los ancianos, a los niños… Es una vergüenza que en Ginebra se siga condenando a este país por la situación de los derechos humanos", se queja.

Coleccionista de premios

No es la primera vez que Cuba reconoce la obra literaria de Chavarría. En 2000, el autor uruguayo ganó el otro gran premio de las letras cubanas, el Casa de las Américas (por El rojo en la pluma del loro), a los que se suman el Premio Capitán San Luis (por Joy, su primera novela) y el Premio de la Crítica (por El ojo de Cibeles y La sexta isla).

Además, este profesor de lenguas clásicas de la Universidad de La Habana, recibió en 2002 el Premio Edgar Allan Poe, otorgado por la Mystery Writers of America a la mejor novela policiaca publicada en Estados Unidos ese año: Adiós muchachos (donde se narra de forma magistral el modus operandi de una jinetera en La Habana). Chavarría se unía así a la élite del género negro de todos los tiempos: Raymond Chandler, John Le Carré, Frederic Forsyth… Pero ya antes, el Chava, como se le conoce popularmente en Cuba, había recibido el Premio Dashiell Hammett de Gijón (1992) por Allá ellos, y el Planeta Joaquín Mortiz de México (1993) por El ojo de Cibeles, novela ambientada en la Grecia clásica.

Chavarría tiene ya otras dos novelas listas para entrar en imprenta, Príapos , "una novela del mundo marginal cubano", y Con un pedacito de alambre , una reflexión sobre las relaciones entre Cuba y Venezuela, "y la hipocresía de Occidente al respecto".


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