sábado, noviembre 22, 2003

El Periódico de Catalunya. Cultura. 22 de noviembre

Pau Arenós publica su primera obra de ficción

'El topo a la luz del día' es una irónica mezcla de intriga y gastronomía

JOAN SAMIT
BARCELONA


Ramón Tárrega es un voyeur de la vida con aficiones detectivescas. Adscrito al club de la buena mesa, ilustrado, progre y escéptico, colabora en algunos de los casos que lleva entre manos Siro Ramos, un comisario de policía que vota comunista. Tárrega es una creación de Pau Arenós (Vila-real, 1966), jefe de sección de EL PERIÓDICO y escritor, quien le utiliza como hilo conductor de los nueve relatos cortos que configuran su nuevo libro, El topo a la luz del día (El Aleph).

La dedicatoria del libro es una declaración de principios: el autor lo brinda a un joven compañero que falleció hace año y medio, a su hija Carla y "al maestro Pepe Carvalho". Pero Tárrega no es Carvalho, aunque la estela del recientemente fallecido Manuel Vázquez Montalbán guía esta singladura literaria de Arenós. Daniel Vázquez Sallés, hijo del creador del huelebraguetas del Raval y amigo íntimo del periodista castellonense, presentó la obra en la Vila Viniteca.

Tárrega no es un protagonista activo de sus historias como Carvalho lo es de las suyas. Sólo es el cordón umbilical que nutre los relatos con una sangre que lleva los mismos genes argumentales. Protagonistas son las Barcelonas que conviven entre aquella Barcelona preolímpica que se catapultó al futuro y la del Fòrum 2004, que aún no sabe adónde va.

DESFILE DE LAS BARCELONAS

Arenós eligió a Tárrega y le hizo rentista para que tuviera tiempo libre y movilidad suficientes para recorrer esa Barcelona diversa. Así, por las páginas del libro desfilan desde los barrios que cambiaron su faz como mutantes urbanos con las espectaculares obras olímpicas hasta los que siguieron y siguen al margen del progreso y más allá del mundo. El Can Tunis de Arenós, el de hoy, el de los yonquis que se juegan la vida en la ruleta rusa del caballo y el cinturón del Litoral, es mucho más duro que el que describió magistralmente Francisco Candel, hace más de 40 años, en Donde la ciudad cambia de nombre (1957) y Han matado un hombre, han roto el paisaje (1959).

El otro protagonista es la gastronomía tratada como un hecho cultural. Arenós levanta el velo de la nostalgia a olfatos y paladares residuales. Por ejemplo, su abuela ponía en la paella valenciana (pollo, conejo, costilla de cerdo, verduras y arroz, por favor) una ramita de hierbabuena, toque genial que daban a este no menos genial mejunje algunas abuelas castellonenses, hoy materia para antropólogos de la cocina.

Como fondo, humor, ironía y sarcasmo están presentes a lo largo y ancho de la obra, no como finalidad, sino como instrumento de una "voluntad narrativa absoluta", según el autor. La figura de Ramón Tárrega se deja conscientemente en la indefinición, pero los relatos tienen principio, desarrollo y conclusión. Nunca quedan en el aire.

Daniel Vázquez calificó el libro de "excelente" y situó a Arenós en la categoría de los "pesimistas de nacimiento". Autor de Flores negras para Michael Roddick, su primera novela, Vázquez explicó a este diario que va por la página 150 de su segundo libro. Al comienzo --escrito hace meses--, el protagonista recibe un telegrama en el que se le comunica que su padre ha muerto de un infarto.


Noticia publicada en la página 78 de la edición de Sábado, 22 de noviembre de 2003 de El Periódico - edición impresa.

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