martes, diciembre 09, 2003

Noticias de Oaxaca. Lunes, 8 de diciembre de 2003

Feria de Guadalajara, la amistad con los libros

ALBERTO CABEZAS

La mayor feria del libro en América Latina y la más importante del mundo editorial en español, volvió este año a Guadalajara (México) para buscar que los libros se conviertan en amigos íntimos de los lectores, sobre todo de los más jóvenes, los grandes protagonistas cada año.

En su XVIII edición Feria Internacional de Guadalajara (FIL) rindió un homenaje y otorgó el Premio de Literatura “Juan Rulfo” al autor brasileño de novela negra Rubem Fonseca.

Desde el 29 de noviembre al 7 de diciembre se celebraron en el Centro de Exposiciones de la capital de Jalisco, 215 presentaciones de libros en donde participaron más de 400 mil visitantes.

Este año se contó con la presencia de unos 13,500 libreros, distribuidores y editores, profesionales del libro todos ellos que trabajan en contratos a futuro con agentes y casas editoriales.

En la nueva edición se expusieron unos 90 mil títulos traídos por 1,500 editoriales de 32 países distintos, que fueron exhibidos en los 26 mil metros dedicados a expositores.

Los libros quedaron agrupados en cuatro secciones dedicadas a Libros Nacionales, Internacionales, de Texto, y los destinados a un público Infantil y Juvenil.

RUBEM FONSECA, HOMENAJE A LA LITERATURA OCULTA

Cada año, la FIL entrega además varios homenajes y premios singulares destinados al Mérito Editorial, el Sor Juana, que se concede a un libro escrito por una mujer, o el Premio Nacional de Periodismo de México.

Sin embargo, cada una de las FIL celebradas puede considerarse también un homenaje de autor, el dedicado al galardonado con el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe “Juan Rulfo”.

Dulce María Zúñiga, secretaria técnica de la asociación civil que selecciona al ganador, explica que la FIL y el Premio coexisten y son complementarios, sin que ninguno esté por encima del otro. Hay un principio no escrito que el jurado tiene presente cada año:

“Se busca premiar una obra literaria de calidad que no haya recibido suficiente reconocimiento”, explica Zúñiga.

El poeta chileno Nicanor Parra lo recibió en la primera edición (1991) para posteriormente hacerse acreedores a él Juan José Arreola, Nélida Piñón, Juan Marsé, o Juan Gelman, entre otros, y el año pasado el cubano Cintio Vitier.

Este año lo recibió Rubem Fonseca, un maestro en novela negra y policíaca, un género popular pero algo gris desde el punto de vista de la literatura, que de esta manera recibió un sentido homenaje.

"De alguna manera el homenaje marca la pauta de la edición de la FIL ya que es común que el carácter del escritor impregne el conjunto de la Feria", explica Zúñiga.

Fonseca, que se confiesa un excéntrico, contrario a las entrevistas y un tanto alejado de la vida social, llegó a rechazar incluso que se le tomaran fotos para hacerle un busto como los que en años anteriores se pusieron a cada uno de los ganadores.

La secretaria del Premio Rulfo confiesa que Fonseca ha puesto reglas curiosas, por ejemplo quería que su efigie no fuera realista sino más bien una especie de caricatura, pero que el encuentro con los jóvenes le entusiasma.

“Dijo que iba a pervertirlos (...), a desviarlos de esa idea de la Literatura canónica, a enseñarles el juego, el humor, lo festivo, el otro lado de la literatura”, dice Zúñiga.

Los organizadores consiguieron finalmente que el escritor no plantara al Premio Juan Rulfo ni a la FIL, tal como ya ocurrió cuando se le concedió el Premio Camoens en Portugal, que lo recogió su hija.

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